Cuando el amor se expresa de esta manera debe culminar en una magica unión. Lo primero que he de reconocer es que nos trataron como parte de su familia, por eso, les estaremos agradecidos siempre.
El día comenzó en casa de Patri. Se podía respirar el ambiente de nervios, emociones e ilusiones de muchos meses de preparativos. Mientras robabamos los secretos de los detalles de la novia, Alejandro se arreglaba junto a sus hermanos y la verdad es que con más o menos los mismos nervios que en casa de su futura esposa.
Tras la recogida del novio a la puerta de casa de Patricia, hicimos un precioso recorrido por las calles de Castroverde de Campos (Zamora) con todos sus invitados y con muchos que también no lo eran pero que no querían perderse la llegada de la preciosa novia al altar. En una ceremonia en la que no se pudo contener alguna lagrima de emoción, Alejandro y Patricia unieron sus corazones para siempre haciendo su sueño realidad.
A la salida de la iglesia comenzó la fiesta. Confetis, petardos y un coche digamos “nupcial” rodeados de miles de abrazos, besos y gestos de cariño de todos sus amigos y familiares.
Nos escapamos con los novios a unas ruinas de una zona eclesiástica hecha monumento donde cada rincón nos proporcionó un momento de magia para capturar la foto perfecta. La luz, la sombra, la piedra y sobre todo mucho amor hicieron de este reportaje un recuerdo maravilloso. No tuvimos demasiado tiempo y sin embargo, lo aprovechamos al máximo. Como fotografos, en ocasiones te encuentras con estas situaciones; no tienes apenas tiempo o se apaga la luz del sol pero debes lidiar con ello y es donde demuestras que sabes hacer tu trabajo y que los novios van a recibir lo mejor de tí. En estas fotos de reportaje no sólo detuvimos el tiempo sino que atrapamos el amor de los recien casados.
En el Hotel Villa de Benavente fue la celebración. Una vez pasado el cocktail (incluyendo un photocall personalizado) y una cena con una gran cantidad de regalos llegó ese momento tan precioso, esos pocos minutos en los que rodeados de decenas de personas, ellos, Patri y Alejandro volvieron a quedarse solos. Entre susurros y caricias los novios bailaron su primera canción como marido y mujer.
La postboda nos llevó al norte, a la zona costera de Cobreces. Un día soleado y muchas ganas de trabajar hicieron que el amor de Patri y Alejandro se dibujara en estas fotografias. Con el pelo al viento, la novia nos dejó ver volar sus preciosos rizos y tenemos que reconocer que con el vestido y este look, estaba guspísima. Lo cual disfrutó su marido, Alejandro, puesto que la abrazó, la besó y adoró en cada rincón de la playa. Se nota en cada imágen, su ternera y su complicidad congelada en cada disparo.
Con el tiempo, se quedaron embarazados y quisieron seguir confiando en nosotros para capturar los momentos más importantes de su vida. Una tierna sesión de embarazo dió paso al milagro. Ana fue la fotografa que realizó el reportaje de su preciosa hija recién nacida, Candela.
Es maravilloso poder contar la historia de las personas y un gran orgullo como fotógrafos.